El agente contestó: «Todavía nada, sólo llamaba para decirle que le mantendremos informado y que no se precipite» Un poco tarde para eso, pensó Ethan mientras cortaba la llamada. Tardó un poco más en decidirse, pero sabía lo que tenía que hacer.
Guardó el teléfono y se bajó de la acera. Cada zancada por la calle le parecía más pesada, como si el propio aire se le resistiera. Las puertas metálicas de la residencia de ancianos estaban abiertas y había una recepcionista detrás de un amplio mostrador. No había vuelta atrás.