Ethan se quedó fuera del restaurante, mirando fijamente el edificio de ladrillo al otro lado de la calle. Sólo le quedaba una decisión: dar media vuelta y contárselo a la policía, o enfrentarse a la verdad. Se apretó las manos en los bolsillos de la chaqueta. No iba a volver a casa sin respuestas. Esta vez no.
Su teléfono zumbó. El identificador de llamadas detectó al instante que era la policía. Probablemente se habían dado cuenta de su ausencia o habían encontrado algo nuevo. Dejó que sonara un segundo para ordenar sus pensamientos y descolgó. Preguntó con toda la autoridad de que era capaz: «¿Y bien?»