Localizar el restaurante a partir de las facturas no fue tarea difícil. El restaurante era pequeño, con luces cobrizas y mesas de madera oscura visibles a través de las ventanas. Aparcó al otro lado de la calle, con el garaje lleno de multas a sus espaldas, y se quedó mirando un rato antes de salir. La fecha y la hora del recibo quedaron grabadas en su mente.
Dentro, un hombre de unos cincuenta años le saludó cordialmente. «¿Es la primera vez que viene?» Ethan negó con la cabeza, mostrando la foto de Lina en su teléfono. «¿La ha visto? Es mi mujer. Puede que la hayas visto por aquí» El rostro del hombre se iluminó al reconocerla.
