La mujer desaparece horas después de dar a luz: el instinto del marido le dice que revise su armario

El motor del coche zumbaba con el calor de la tarde. A medida que avanzaba por las calles, su mente retrocedía en el tiempo. Cinco años atrás, había sido un trabajo diferente, un apartamento más pequeño y menos responsabilidades. Y entonces Lina. Apareció en la oficina como un rayo de sol que le calentó el corazón.

Había estado enterrado entre facturas en el Departamento de Contabilidad, consciente de las risas que llegaban desde Publicidad. Lina había sido el centro silencioso de esa energía. Se apresuraba a sonreír y a escuchar. Todo el mundo adoraba su calma, su capacidad para conectar sin ni siquiera intentarlo.