Con renovado propósito, siguieron el sonido, con el corazón palpitando a la par que sus pasos. Se toparon con una puerta oculta hábilmente tras una estantería. La entrada secreta se sintió como una sombría revelación en sí misma.
Con un gesto de asentimiento compartido y silencioso, empujaron la puerta, revelando una habitación oculta bañada en una luz espantosa. El espacio era una horripilante muestra de los nefastos negocios del Dr. Goldberg: jaulas atestadas de animales, suministros médicos utilizados para el tráfico y otros inquietantes equipos.