Un cajón de utensilios se deslizó. Marco observó cómo el gato serpenteaba por los zócalos, con la cola cepillada. Arriba, una lámpara del pasillo zumbaba. El sensor de la puerta trasera volvió a pulsar; la cerradura respondió con un suave desenganche y un clic de confirmación. Las puertas suspiraron. Las sombras se movían.
El termostato bajó gradualmente, escarchando el espejo del comedor. La cámara de la cocina emitió otra notificación: movimiento detectado en la despensa. Un segundo después, el sensor de inclinación del garaje informó de una apertura y asentamiento, como si se hubiera levantado un panel. Su tío maldijo en voz alta. Su tía susurró una oración.