Un vagabundo y su perro oyen un grito: ¡lo que ocurre a continuación cambia su vida para siempre!

Lo intentó todo: apretarlos, pasar la camisa por debajo del calefactor, secarse los zapatos con papel higiénico. El suelo estaba encharcado, el espejo empañado. Miró su reflejo: la cara roja, los ojos cansados, la respiración entrecortada. Parecía un hombre que rogaba al mundo que no lo mirara demasiado.

Corrió a la lavandería, con los zapatos rechinando y las mangas húmedas pegadas a los brazos. Cruzó la puerta a las seis y media. El hombre que estaba detrás del mostrador no levantó la vista. Cuando lo hizo, frunció el ceño. «Llega tarde», dijo. «Ese tipo llegó a tiempo»