Uno de ellos miró en su dirección y dijo: «¿Ves lo que quiero decir? Están por todas partes» El otro contesta: «Gracias a Dios que han limpiado toda la ciudad. Con suerte empezaremos a ver menos por aquí» El comentario no fue susurrado. No les importó que lo oyera.
Joshua siguió caminando sin reaccionar, pero las palabras se le quedaron grabadas. No había oído nada sobre una limpieza. Era la primera vez. Eso explicaba los furgones policiales que había visto cerca de la estación de autobuses. Explicaba por qué de repente había bancos precintados. Los estaban echando, esquina por esquina.