Nada de dormir con la luz del pasillo encendida: «No eres un bebé, Lucas» Ella le dijo que debería dejar de escribir en su cuaderno. «Los diarios de duelo son sólo una forma de seguir atascado» Entonces, una noche en la cena, Dana dijo algo que lo dejó completamente vacío. «Sabes, ha pasado casi un año. Creo que tu madre querría que lo dejaras ir ahora»
Lucas no contestó. No lloró. Ni siquiera se inmutó. Se limitó a mirar el plato que tenía delante y a asentir una vez, como ella esperaba que hiciera. Pero más tarde, aquella noche, se quedó despierto en la oscuridad, agarrando la almohada hasta que le dolieron los nudillos, deseando no llorar. No lo consiguió. Las lágrimas brotaron con fuerza, silenciosas y agudas, empapando el colchón como secretos.