Tras una extraña visita, una madre en duelo instala una cámara en la tumba de su hijo

Se quedaron hasta que el cielo se despejó por completo, hablando en voz baja de pequeñas cosas como la risa de Sam, los coches de juguete y la forma en que había bautizado a cada uno con el nombre de un planeta. Cuando por fin se levantaron, Ellen se sintió más ligera, con el pecho abierto como no lo había estado desde aquel día en el hospital.

Mientras se alejaban, la pequeña luz roja de la cámara parpadeó una vez en las sombras, sin dejar de grabar. Lo había captado todo, incluida la tormenta, el enfrentamiento y el entendimiento posterior. Lo que empezó como una prueba de intrusión se había convertido en una grabación silenciosa de dos personas que por fin encontraban la paz.