Tras una extraña visita, una madre en duelo instala una cámara en la tumba de su hijo

Se sentaron juntas junto a la tumba mientras las nubes se separaban. El aire olía a tierra mojada y a lirios. Anna metió la mano en el bolsillo y sacó un coche pequeño. Tenía la pintura desconchada y las ruedas sueltas. «Este era uno de sus favoritos», dijo. «Creo que ya es hora de que se lo devuelva»

Lo colocó con cuidado junto a la piedra, con los dedos temblorosos. Ellen extendió la mano y se la cubrió. «Gracias», susurró. Por primera vez en años, su dolor no parecía ahogarse. Era como volver a respirar. Dos madres, de maneras diferentes, dejando ir al mismo niño.