Tras una extraña visita, una madre en duelo instala una cámara en la tumba de su hijo

De camino a casa, los pensamientos de Ellen se enredaban entre el miedo y el anhelo. La letra suave y deliberada de la nota no salía de su mente. Quienquiera que la hubiera escrito parecía conocer las palabras adecuadas, como si alguna vez hubiera estado a su lado en el mismo dolor. Pero ella no recordaba a nadie que lo hubiera hecho.

Aquella noche volvió a sentarse en la habitación de Sam, con los dedos recorriendo sus juguetes, sus libros y la almohada que una vez abrazó para dormir. La nota estaba sobre su regazo, con los bordes ligeramente húmedos por el rocío de la mañana. De algún modo se sentía viva, con rastros tanto de dolor como de gratitud.