Tras una extraña visita, una madre en duelo instala una cámara en la tumba de su hijo

La letra era desconocida. Era suave y redondeada, ni masculina ni femenina. Ellen la miró durante un largo momento, su respiración visible en el frío de la mañana. Quienquiera que la hubiera escrito sabía lo mucho que Sam había luchado. Todos los que le conocían le llamaban «un chico valiente».

Permaneció allí durante largo rato, sin saber si sentirse reconfortada o violada. ¿Era un extraño ofreciendo compasión? ¿Era alguien que había conocido íntimamente a Sam, o alguien que quería llegar a ella a través de su muerte? La idea le produjo un escalofrío.