En reconocimiento a su nobleza, decidí dejarle todo mi patrimonio. Siempre he sabido que Julia era una persona de buen corazón y digna de confianza, y no tenía ninguna duda de que mi patrimonio, ganado con tanto esfuerzo, estaría en buenas manos. Al convertirse en la tutora legal de Lucy y Billy, era lógico que dispusiera de todos los recursos financieros para cuidarlos de la mejor manera posible. Esta decisión puede parecer extravagante para algunos, pero a mis ojos, era una pequeña recompensa teniendo en cuenta los retos que aceptó voluntariamente al casarse con un anciano como yo.
Sin embargo, ambos acordamos que nuestro plan debía permanecer en secreto hasta mi muerte. Temíamos que una revelación prematura pudiera plantear complicaciones imprevistas. Por lo tanto, permanecimos en silencio, esperando el día en que nuestro secreto pudiera por fin salir a la luz. El día ha llegado, y con esta carta, espero que Julia pueda por fin revelar nuestra verdad a todos vosotros.