Scooby nunca ladraba. Ni a los sonidos repentinos. Ni a los extraños que pasaban por casa. Incluso cuando era un cachorro, permanecía en silencio, comunicándose sólo a través de la postura y la presencia. El silencio inquietaba a Vanessa más que el ruido.
A los pocos días, Vanessa notó cambios en Betty. Se recuperaba más rápido de la sobreestimulación. Su respiración se estabilizó antes. Buscaba la mano de Vanessa más a menudo después de momentos estresantes, como si algo dentro de ella se hubiera ablandado.