El comportamiento de Scooby se desestabilizó. Volvió a caminar, ahora más rápido. Se acercó más a Betty, colocando su cuerpo de forma protectora incluso en el interior. No era violento, pero tampoco estaba tranquilo. Su tamaño y su inquietud hicieron que Vanessa temiera por Betty.
Finalmente, tras muchas idas y venidas, se fijó un plazo. Las decisiones se tomaron en cuestión de días. Vanessa asintió y les dio las gracias, después se quedó sola en la habitación, observando a su hija y a la criatura que tenía a su lado, sabiendo que el reloj había empezado a correr.