Por primera vez desde que lo conocía, Scooby empezó a caminar. El movimiento era lento pero inquieto. Adelante y atrás. Parar. Giro. No era agresividad. Era incertidumbre, e inquietaba a todos los que lo veían.
Los resultados iniciales confirmaron lo que Vanessa ya temía. Scooby portaba un abrumador 85% de genética de lobo. Mucho más que cualquier híbrido documentado. Los números no explicaban del todo su tamaño, y ciertamente no explicaban su naturaleza.