Betty empezó a mirarla a los ojos, aunque sólo fuera brevemente. Una mirada. Una pausa. Algo se mantenía entre ellas antes de que ella volviera a apartar la mirada. Era innegable que Betty estaba mejorando.
Cuando llegaban visitas, Betty se quedaba más tiempo en la habitación. Se sentaba cerca de Scooby, con las manos apoyadas en su pelaje, la respiración tranquila incluso cuando voces desconocidas llenaban el espacio.