Las bases de datos de animales salvajes sólo empeoraban las cosas. Los lobos alcanzaban tamaños que Scooby ya había superado. Los registros de híbridos no explicaban su complexión ni su ritmo de crecimiento. Vanessa cerró el portátil más de una vez, inquieta.
Scooby empezó a situarse entre Betty y el ruido. Cuando un coche petardeaba o una puerta se cerraba de golpe, se movía sin urgencia, colocando su cuerpo en el lugar de donde procedía el sonido.