Se paseó detrás del equipo hasta que llegaron a las puertas dobles del quirófano. Cuando se cerraron, se detuvo, con la nariz pegada al hueco, como si tratara de entender por qué no podía seguirlos. Elena se quedó un segundo, con la mano rozando el marco de la puerta. «Espérala aquí», dijo. «Volverá»
Dentro, el procedimiento fue rápido. Bombeo gástrico. Solución salina caliente. Preparación del antídoto. Elena se concentró en los números: saturación de oxígeno, pulso, presión. Bajo las luces brillantes, la niña parecía más pequeña que nunca. «Ya casi está», susurró el anestesista. «Está luchando» Elena sonrió débilmente. «De carácter fuerte, como su salvador»