La veterinaria le explicó que había estado investigando y examinando al tiburón y el objeto que se había tragado y que había descubierto información alarmante. Lo había llamado porque pensó que él querría saber qué estaba pasando. Tenía razón, Harry estaba ansioso por descubrir la verdad que se ocultaba tras aquel misterio.
Al parecer, el abrigo estaba expuesto como parte de una exposición itinerante sobre tiburones creada por el Museo de Historia Natural. El abrigo debió de caer al agua y el tiburón probablemente pensó que era algún tipo de animal que podía comerse. El tiburón tuvo suerte de que los marineros lo descubrieran porque, de lo contrario, habría tenido los días contados. La veterinaria expresó su preocupación por la contaminación y los riesgos que conlleva para la vida en el mar. Subrayó que este incidente era un recordatorio de la importancia de la conservación del medio ambiente y de la necesidad de tomar medidas para proteger el océano y a sus habitantes.