Richard siguió el gesto hacia el oscuro camino que había más allá del solar. Sus zapatos chapoteaban en charcos poco profundos. «No se iría así como así», dijo en voz alta, como si alguien estuviera escuchando. Su voz sonaba extraña, hueca. En algún lugar, la cámara del circuito cerrado de televisión parpadeaba en rojo. Vigilándolo y grabándolo todo.
Forzó una carcajada, quebradiza y sin gracia. «Apuesto a que está intentando vengarse de mí», le dijo al empleado, aunque parecía que intentaba convencerse a sí mismo. «Mañana nos reiremos los dos de esto» El chico no dijo nada, con los ojos fijos en la cámara y de nuevo en él.
