A veces veía su propio reflejo en la pantalla oscura cuando terminaba el vídeo. Se preguntaba si ella le habría visto por fin como él le veía ahora: no con un rostro amable, sino lleno de mezquindad e inseguridad que se volvía contra los demás.
Una tarde pasó por allí un detective con una actualización que no era tal. «Ninguna pista nueva, señor Hale», dijo el hombre, cerrando su cuaderno. Richard asintió, ya acostumbrado al vacío de aquella frase. Entonces el detective vaciló, bajando la voz. «A veces», dijo, «no quieren que los encuentren»