Esa noche, el sueño le trajo recuerdos: su última cena juntos, su risa tranquila que se apagaba a media frase cuando él se burlaba de ella delante de los invitados. «No te enfurruñes», le había dicho. «A la gente le gustas más cuando sonríes» Recordó su sonrisa de aquella noche: fina, forzada y quebradiza.
Volvió a verla en el aeropuerto meses antes, con la maleta en la mano, amenazando con visitar a su hermana. La había llamado dramática, infantil, inestable. «Volverás arrastrándote. Nunca encontrarás a alguien tan bueno como yo», le había dicho. Ella también lo había hecho, cada vez, después de cada pelea. Hasta ahora.