El vínculo entre Jeremy y el perro se estrechaba cada día que pasaba. Jeremy, que antes dudaba en volver a abrir su corazón, sintió que se hinchaba con un sentido renovado de propósito y conexión. La valentía y la dulzura del perro habían tocado la fibra sensible del anciano.
Mientras el perro se recuperaba y se preparaba para recibir el alta, Jeremy supo que no podía separarse de él. Habló con el veterinario y le expresó su deseo de adoptarlo, y el veterinario apoyó su decisión de todo corazón. Jeremy firmó los papeles de adopción, sintiendo una alegría que no había conocido en años.