Un hombre encuentra un gato a punto de congelarse, ¡pero lo que escondía bajo el vientre es increíble!

Alan cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella, con la mente acelerada. No podía dejar al gato a la intemperie, con el frío que hacía, pero la amenaza de un mordisco o algo peor se cernía sobre sus pensamientos.

Si se hacía daño, ¿quién estaría allí para ayudarle? Estaba solo, sin nadie que cuidara de él si las cosas iban mal. La perspectiva de una mala caída o una mordedura grave era más que dolorosa: podía ser catastrófica.