Un hombre encuentra un gato a punto de congelarse, ¡pero lo que escondía bajo el vientre es increíble!

La hostilidad en los ojos del animal era inconfundible: una mirada feroz e inflexible que le produjo un escalofrío. A Alan se le aceleró el pulso, recordándole lo vulnerable que era en aquel momento. No podía arriesgarse a que le hicieran daño.

Un mordisco o un zarpazo de un gato salvaje podrían ser fatales para él. Alan dudó, el instinto de ayudar chocaba con el peligro evidente y presente. Se dio la vuelta y volvió a entrar, con la respiración agitada.