Un hombre pensó que había encontrado un cachorro en el bosque – Cuando la veterinaria los ve llama a la policía

Perros. Al menos una docena, quizá más. Algunos acurrucados en bolas apretadas, demasiado delgados, con las costillas sobresaliendo bajo el pelaje enmarañado. Otros yacían inmóviles, sin apenas respirar. Se le encogió el corazón. No eran animales perdidos. Llevaban aquí Dios sabe cuánto tiempo. Vio varios diagramas y gráficos en la pared que hablaban del perro «perfecto».

Estaba sacando fotos de todo el calvario cuando un ruido en el exterior le dejó helado. Un ruido sordo, como el de un motor al girar. Se le cortó la respiración. Había alguien aquí. Su mirada se desvió hacia un escritorio de madera en la esquina, lleno de papeles esparcidos. Fuera lo que fuese esta operación, esos archivos tenían las respuestas. Pero le quedaban segundos, quizá menos.