Quedó cautivado por la belleza blanca y pura de la criatura, pero se sintió impulsado por un impulso irrefrenable de capturarla. El cachorro, aunque encantador, se convirtió en un medio para alcanzar un fin: su billete a la fama. Las páginas de su diario se llenaron de sueños de gloria y ambición.
A medida que cambiaban las entradas, el viajero detallaba sus meticulosos planes para capturar al alce. Redes, cámaras y sedantes estaban preparados, revelando una estrategia cuidadosamente elaborada. Su búsqueda de la fama personal eclipsaba cualquier verdadero aprecio por la criatura o su hábitat.