Finalmente, la red cedió ante los persistentes esfuerzos de Samantha y el cachorro quedó libre. No tardó en buscar el consuelo de su madre y su pequeño cuerpo desapareció entre el espeso pelaje de la osa adulta. El reencuentro fue una escena conmovedora, un testimonio del duradero vínculo entre madre e hijo, incluso ante la adversidad provocada por el hombre.
La tranquilidad de sus esfuerzos pronto se vio interrumpida por los inminentes sonidos del peligro. Las voces, lejanas pero cada vez más cercanas, y el susurro del movimiento entre la maleza indicaban que el tiempo se agotaba. El bosque, un refugio y un lugar de descubrimiento, se cerraba una vez más con la amenaza de la intrusión.