Una mujer sigue a un oso hasta el bosque después de que se le acercara inesperadamente en la parada del autobús

Dejando a un lado la desesperación, Samantha volvió a centrarse en la tarea que tenía entre manos. Los gritos lejanos, ahora un faro de esperanza y urgencia, la guiaron a ella y al oso hacia adelante. Juntos, se adentraron en el bosque, unidos por una causa común que trascendía las fronteras entre humanos y animales.

Cada prueba, desde las ramitas rotas hasta las huellas frescas de botas y patas en la tierra, servía de faro de esperanza. Con cada pista descubierta, se estrechaba el vínculo entre Samantha y el oso, un pacto silencioso de determinación mutua y objetivo compartido que les hacía avanzar paso a paso.