Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, un sonido cruel y burlón que resonó en el oscuro bosque como una advertencia. «¿Crees que puedes decirme lo que tengo que hacer? No eres nada. Débil. Indefenso. Patético» Escupió las palabras, cada una mezclada con desprecio.
Comenzó a caminar hacia ella, sus pasos deliberados y amenazadores, la roca apretada en su puño. El miedo se apoderó de Hazel, su mente buscaba una escapatoria, pero su cuerpo estaba paralizado por el terror. Justo cuando estaba lo bastante cerca como para oler su rancio aroma a sudor y suciedad, un repentino y estremecedor golpe resonó entre los árboles.