Todos sus instintos le gritaban que diera marcha atrás, pero se obligó a avanzar paso a paso. El suelo bajo sus pies estaba resbaladizo y, justo cuando empezaba a moverse, perdió el equilibrio.
El ruido de su caída rompió el silencio y atrajo la atención del viajero como un depredador que detecta una debilidad. Su mirada se dirigió hacia ella, y ella pudo ver el cambio en sus ojos: de la sorpresa a una oscura y calculadora sospecha. Sabía que ella no estaba allí por casualidad.