Una mujer sigue a un oso hasta el bosque después de que se le acercara inesperadamente en la parada del autobús

Una figura se acercó y ella se quedó quieta, esperando que el follaje la mantuviera oculta. La figura se hizo visible: era el viajero del diario. Tenía un aspecto rudo y frustrado, flanqueado por otros con redes y herramientas.

Su mirada se clavó en ella y su voz burlona cortó el silencio. Hazel empuñó el cuchillo, sintiendo tanto su frío peso como su propio miedo. El bosque, antes sereno, ahora le resultaba amenazador. Cada crujido y cada chasquido parecían susurrar peligros ocultos.