Las azafatas intentaron calmar la situación. «Por favor, bajemos la voz. Están molestando a los demás pasajeros» Pero a Jason ya no le importaban las molestias. «No se trata sólo de ruido. Se trata de límites básicos y de respeto», gritó, con el eco de su voz.
La mujer, impertérrita y todavía furiosa, le contestó: «Y tú eres el ejemplo perfecto de respeto, ¿no? Gritando a una mujer en público» La discusión se había convertido en todo un espectáculo, un duro y vivo choque de temperamentos y perspectivas, que se desarrollaba en el reducido espacio.