Los ojos del elefante se encontraron con los de Paul, y en la mirada del animal detectó una petición desesperada de ayuda. Paul trató de averiguar qué le ocurría al elefante. Si el resto de la manada estaba cerca, la idea de ser atacado por un elefante macho le producía escalofríos. Paul se devanaba los sesos buscando una forma de salir de aquel aprieto.
Al examinar al elefante más de cerca, Paul no podía creer lo que estaba presenciando. No era un elefante cualquiera. De hecho, nunca había visto nada igual. Su vientre era redondo y abultado. Los ojos de Paul se abrieron de par en par al observar el tamaño anormalmente grande del mamífero, su inmenso armazón desafiaba toda lógica.