De rodillas junto al elefante, Paul ató rápidamente el extremo suelto de la cuerda alrededor del torso de la cría, asegurándose de que el nudo quedaba lo bastante apretado como para aguantar. Los ojos del elefante estaban llenos de miedo y confusión, pero Paul le habló suavemente para tranquilizarlo. Hizo un gesto con la cabeza al Dr. Ndaba, indicándole que estaba listo.
El Dr. Ndaba, que ya estaba sentado en el jeep, aceleró el motor. La tensión en el aire era palpable mientras avanzaba lentamente, tensando la cuerda. Las patas de la cría de elefante resbalaban por el barro, pero con cada suave movimiento del jeep, la cría se acercaba más a un lugar seguro. La cuerda crujía por el esfuerzo, pero Paul se mantenía firme, guiando al elefante bebé con cuidado desde atrás.