La visión le llenó de una mezcla de rabia e impotencia. La pobre criatura estaba atrapada y él no podía hacer nada desde la distancia. Paul se acercó al borde de la fosa, tratando de evaluar la situación. El barro era profundo y resbaladizo, por lo que al elefante bebé le resultaba casi imposible traccionar. Las paredes de la fosa eran demasiado empinadas para trepar. La mente de Paul se agitaba mientras buscaba alguna forma de ayudar, pero sabía que la tarea le superaba.
Los gritos de la cría de elefante eran cada vez más frenéticos y su pequeño cuerpo se hundía cada vez más en el barro. A Paul le dolía el corazón. Quería ayudar, tenía que ayudar, pero se sentía impotente. No estaba preparado para este tipo de rescate. El pozo de barro, el animal frenético y sus propias limitaciones lo atrapaban en una frustración impotente.