Un águila arrebata un cachorro del patio – Los vecinos descubren una imagen inquietante

Lo sacó. El ratoncito de tela estaba descolorido y andrajoso, pero era reconocible. Coco nunca iba a ninguna parte sin él, y Lisa tampoco. «Solía perseguirlo como si estuviera vivo», murmuró. Sin decir nada más, Lisa echó el brazo hacia atrás y lo lanzó lo más lejos que pudo.

El juguete giró en el aire y aterrizó muy a la izquierda, cerca de un matojo de hierba alta. El águila giró la cabeza. Se quedó suspendida en el aire, confusa durante medio segundo, y de repente giró y se lanzó en pos del movimiento, con las alas cortando el viento. Lisa apenas respiraba.