Un águila arrebata un cachorro del patio – Los vecinos descubren una imagen inquietante

Era una tranquila mañana de sábado en los suburbios. Lisa estaba descalza en la cocina, con los dedos enroscados en torno a una taza de café caliente. A través de la puerta corredera abierta, la luz del sol se derramaba por el jardín, iluminando las margaritas que se mecían suavemente con la brisa. La escena parecía demasiado perfecta.

Coco, su pequeño cachorro blanco, tiró juguetonamente del borde con borlas de la cortina y salió al exterior ladrando alegremente. Lisa la siguió con la mirada, con una suave sonrisa en el rostro. Después de todo lo que había sufrido, momentos como aquel le parecían preciosos, incluso frágiles.