Terminó la llamada y publicó en Facebook: «Organizando un grupo de búsqueda. Reunión en mi casa. Si puedes ayudar, ven, por favor» Se sintió ridícula, como gritando en medio de una tormenta. Pero en cuestión de minutos llegaron las respuestas.
Extraños. Vecinos. Viejas caras con las que hacía años que no hablaba. Fueron llegando uno a uno, algunos con linternas, otros con chaquetas y botas, todos dispuestos a ayudar. Se reunieron en su patio delantero al anochecer, murmurando ideas y posibilidades.