Un águila arrebata un cachorro del patio – Los vecinos descubren una imagen inquietante

Lisa se desplazó obsesivamente, con el pulgar entumecido y los ojos doloridos. Cada mensaje ofrecía un rayo de esperanza, seguido rápidamente por la decepción. Alguien juraba que había visto al águila volar hacia las colinas. Otro afirmaba que había dejado caer algo cerca de la orilla. Todos vagos. Todos inverificables.

No podía sentarse. No podía respirar. Los minutos parecían arenas movedizas. Cuanto más esperaba, más se alejaba Coco. La culpa era asfixiante. ¿Por qué no se había acercado más? ¿Por qué no se había dado cuenta antes de la sombra? ¿Por qué la había dejado salir sola?