Un águila arrebata un cachorro del patio – Los vecinos descubren una imagen inquietante

Dio un tembloroso paso atrás y se llevó la mano al pecho, como si tratara de contener el corazón. Hacía sólo unos segundos, Coco había estado revolcándose entre las margaritas. Ahora se había esfumado, como si nada, y se había elevado a los cielos como un sueño terrible.

«¿Qué ha pasado?», murmuró alguien. Otro vecino se quedó mirando, pálido, negando con la cabeza. No tenía sentido. Las águilas cazaban ardillas o conejos, nunca cachorros. Nunca algo querido. Nunca desde el patio de alguien, con gente observando impotente.