Cuando Zoe concluyó su explicación, la habitación se llenó de incomodidad. A George le consumía la culpa por sus acusaciones infundadas. El segundo oficial, tratando de aliviar la tensión, dijo: «Enhorabuena, pero señor, debería haber tenido más fe en Zoe» En medio de las revelaciones, las emociones encontradas de ira, dolor y alegría inesperada por la inminente paternidad marcaron un complejo momento de comprensión para ambos.
Rex, sintiendo la tensión, se inclinó hacia el lado de Zoe, buscando consuelo. Ella le acarició suavemente las orejas en busca de consuelo, con el corazón oprimido por la esperanza de que ella y George pudieran arreglar el lío en el que estaban metidos y que, al final, todo saliera bien. Se habían prometido estar ahí en las buenas y en las malas, y eso era lo que ella iba a hacer. Por muy difícil que le resultara en ese momento, quería criar juntos a su hijo como una familia feliz y cariñosa.