Perro atascado en un charco de barro. El rescatador se queda atónito cuando ve lo que se esconde debajo del perro

La siguieron por un estrecho pasillo que olía a desinfectante y a piel húmeda. Las luces del techo zumbaban débilmente, un claro contraste con el mundo del que acababan de salir. Mallory señaló una mesa de metal. «Ponla aquí» Owen dejó la toalla en el suelo. La criatura que había dentro se movió débilmente cuando el veterinario despegó las esquinas.

El barro se agrietaba y se desprendía, dejando vetas de pelaje pálido debajo. Su respiración era superficial pero constante, apenas existía, pero lo suficiente como para importar. Mallory trabajó en silencio al principio. Se puso los guantes, cogió una gasa y empezó a quitar los terrones de suciedad más gruesos. Cada movimiento era deliberado, cuidadoso. «¿Dijiste que estaba debajo de un tobogán?», preguntó sin levantar la vista.