Perro atascado en un charco de barro. El rescatador se queda atónito cuando ve lo que se esconde debajo del perro

La primera gota golpeó su ventanilla, luego otra, luego docenas más. En cuestión de segundos, la lluvia se convirtió en una sábana. La carretera estaba resbaladiza y el barro se ablandaba bajo los neumáticos. Puso en marcha los limpiaparabrisas, se inclinó hacia el cristal y entrecerró los ojos para ver las curvas de la carretera.

Medio kilómetro más adelante, vio movimiento, la pendiente a su derecha parecía equivocada, más oscura de algún modo. Entonces se dio cuenta de que la ladera de la colina se había derrumbado, vertiendo barro y raíces en la cuneta. No se trataba de un desprendimiento de tierras, sino de un desordenado derrame provocado por la lluvia, que había aflojado la capa superior del suelo. Aminoró la marcha, escudriñando el borde en busca de escombros caídos. Fue entonces cuando vio al perro.