Perro atascado en un charco de barro. El rescatador se queda atónito cuando ve lo que se esconde debajo del perro

Cada cucharada revelaba más de la silueta del perro: hombros fuertes, cuello grueso, costillas que se movían débilmente bajo el pelaje enmarañado. El barro se adhería a todo como si fuera pegamento. Entonces un sonido rompió el silencio; un ruido débil, corto y agudo. Clara levantó la vista. «¿Has oído eso?»

Owen se detuvo. La pala se congeló a medio movimiento. «Sí. Probablemente el perro» Pero cuando el sonido vino de nuevo, más fino esta vez, no parecía venir del perro en absoluto. Venía de debajo de él. Tom frunció el ceño. «¿Qué demonios fue eso?»