Perro atascado en un charco de barro. El rescatador se queda atónito cuando ve lo que se esconde debajo del perro

Cuando Tom volvió de la furgoneta, la lluvia había cesado por completo. Las nubes seguían siendo densas, pero una pálida franja de luz se abría paso a través de las rendijas, bañando la colina con un resplandor apagado y plateado. El aire olía a corteza húmeda y a óxido. «El barro está empezando a asentarse», dijo Tom, dándole a Owen la pequeña pala. «Podría ser más fácil ahora que el suelo se está endureciendo un poco»

Owen asintió y volvió a agacharse cerca del perro. El animal lo observó con recelo, pero esta vez no gruñó, sino que se estremeció. Presionó la hoja de la pala contra la ladera y recogió con cuidado. La capa superior se desprendió en gruesos trozos.