Aun así, cada vez que Daisy caminaba por el suelo con los cachorros dando tumbos detrás, Zachary sentía que la esperanza florecía contra su temor. Estaba desmintiendo las reglas de la mayoría de los manuales de animales. Una perra estaba criando cachorros Sin embargo, bajo aquel frágil milagro se escondía un tic-tac que no podía ignorar. La naturaleza era paciente, pero no siempre misericordiosa. La pregunta a la que debía responder era: ¿cuándo?
Pronto, los cachorros ya no cabían bajo el cuerpo de Daisy. Sus patas, antes torpes, tenían una fuerza que a veces asustaba a Zachary. Los vio acecharse unos a otros por la paja, abalanzándose a una velocidad asombrosa. Daisy los corregía con suaves chasquidos, pero su tamaño era irrisorio al lado del de ellos. Un paso en falso podía significar el desastre.