«Un perro criando leones», dijo un hombre, moviendo la cabeza como si no pudiera confiar en sus propios ojos. «Nunca he visto nada igual» Los periodistas llamaron. Las furgonetas de noticias aparcaron fuera. Los titulares hablaban de milagros y peligros a partes iguales. El director se paseaba por su despacho, murmurando sobre la responsabilidad mientras se frotaba las sienes. Pero no lo cerró.
Las multitudes eran demasiado buenas para el negocio y, además, ni siquiera él podía negar el poder de lo que la gente estaba viendo. Ethan intentó ignorar las cámaras, centrándose en los cachorros. Sin embargo, sentía el peso de los ojos en todas partes, vigilando un desliz, esperando que el instinto reclamara su lugar. Cada noche se llevaba las dudas a casa, sentado con Bella en su pequeño apartamento.